El proyecto de reforma laboral de Javier Milei puso al Senado en estado de alerta y en guardia ante lo que se anticipa como una nueva pulseada legislativa entre la administración libertaria y el resto de las fuerzas políticas con representación legislativa en la Cámara alta.
A priori, en la mesa de arena de la jefa de la bancada oficialista del Senado, Patricia Bullrich (Capital), impera el optimismo. De hecho, en el tablero de la exministra de Seguridad aparecen contabilizados cerca de 38 votos que, cesión de modificaciones al proyecto mediante, terminarían dándole luz verde a la iniciativa y girándola a la Cámara de Diputados antes de fin de año.
Sin embargo, lo único concreto hasta el momento es que, hoy por hoy, el oficialismo tiene los votos de sus 20 senadores y el del cordobés Luis Juez, que acaba de dejar Pro, asegurados.
En la vereda de enfrente se ha plantado el kirchnerismo, aunque con una estrategia diferente a la que sostuvo desde que llegó Milei al poder. Ya no se habla de rechazo cerrado al proyecto sino de sentarse a discutir cambios en la legislación laboral. Una flexibilización en su postura que le permitiría juntar masa crítica para modificar el texto enviado por la Casa Rosada. Serían unos 28 votos si es que Unión por la Patria logra mantener la ficción de unidad que muestra en público.
En medio de estos dos polos hay un universo de 23 votos que serán claves para el éxito o el fracaso del proyecto. Conviven en esta tierra media un bloque numeroso como el de la UCR (10), acompañado de una miríada de pequeñas fuerzas que conforman un mosaico ideológico como Pro (3), Provincias Unidas (3) y partidos o alianzas que gobiernan en sus distritos como el Frente Renovador de Misiones (2), Neuquén, Tucumán y Salta. Hay dos santacruceños que juegan de líberos, ya que no responden de manera automática al gobernador Claudio Vidal.
Las sumas que hace la jefa de la bancada libertaria parecieran tener cierto viso de realidad. Cuenta en esa lista a radicales y al Pro apoyando la iniciativa por sus antecedentes reformistas en materia laboral. Aunque ninguno se manifestó todavía de manera pública, Bullrich confía que se sumarán los dos senadores del Frente Renovador de Misiones, Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, la neuquina Julieta Corroza y la salteña Flavia Royón.
Sin embargo, tratándose del Senado y de una reforma laboral nunca hay que descontar algún inconveniente que obligue a postergar los planes. Ya ocurrió la semana, cuando Bullrich debió enfriar su ofensiva por el simple hecho de que el Gobierno demoró el envío del proyecto al Senado porque el Presidente había viajado al exterior sin ponerle su rúbrica a la iniciativa.
El affaire de la firma presidencial generó sospechas en varios despachos de la Cámara alta. “¿En épocas de firma digital tenían que esperar a que Milei volviera del exterior para poner la firma en persona?”, se preguntó un experimentado vocero legislativo.
La sospecha inconfesable es que detrás de la demora hay intención de frustrar a Bullrich, cuyo estilo avasallador ya ha generado rispideces incluso al interior del bloque oficialista. Cuentan en los pasillos del edificio anexo que una legisladora ya “le paró el carro” a la exministra, recordándole que al menos una media docena de senadores llevan dos años apoyando al Gobierno en la Cámara alta.
“Al Gobierno le interesa que Menem (por Martín, presidente de la Cámara de Diputados) tenga un éxito rápido con el Presupuesto, pero no quiere lo mismo para Patricia, porque no le conviene a Karina” Milei, opinó un operador político libertario que no deja pasar oportunidad para marcar los errores que la exministra viene cometiendo desde que asumió la conducción de los senadores oficialistas.
Es cierto que Bullrich ha pecado de exceso de optimismo desde que se puso el raje de senadora, desestimando cuestiones tan claras como el hecho de que ahora integra un cuerpo colegiado, con 72 miembros.
Así, el objetivo de aprobar la reforma en el Senado podría complicarse si se toma en cuenta que cuando todavía no se ha definido la integración de las comisiones que tratarán el proyecto -Trabajo y Presupuesto y Hacienda-, ya hay pedidos para convocar a un centenar de personas a exponer sobre el proyecto.
Además, la CGT convocó a una movilización para el próximo jueves. Si bien el Congreso suele, a veces, hacer oídos sordos al reclamo social una protesta masiva podría ser una señal determinante para aquellos bloques que dudan sobre si apoyar o no una iniciativa compleja y polémica.
También suena extremadamente optimista y ambiciosa la meta impuesta por Bullrich si se toma en cuenta que el debate en comisiones recién estaría comenzando el miércoles próximo, por lo que apenas quedarán 8 días hábiles para poder emitir dictamen y tener que esperar los plazos reglamentarios para llevar la iniciativa al recinto del Senado.
El apuro de la exministra de Seguridad es mirado con recelo entre la propia tropa libertaria. No son pocos los que estiman que Bullrich está forzando la máquina para mostrar un debut exitoso como jefa del oficialismo en el Senado, y no todos están dispuestos a seguir el tren de la jefa de bancada.
“Si no llegamos para el 29 de diciembre, la seguiremos en febrero”, le restó dramatismo un senador oficialista de la vieja camada a un eventual incumplimiento del deadline de Bullrich.

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