Ellerstina, la dinastía que cambió para siempre el mapa del polo argentino

El triunfo de Ellerstina Indios Chapaleufú en la primera Turkish Airlines Polo Cup, en el marco del 132° Abierto Argentino de Polo en Palermo, fue el episodio más visible de una historia que empezó mucho antes, en campos alejados del ruido de la ciudad, cuando el nombre Ellerstina todavía no era una marca sino un proyecto. Esa tarde de noviembre, ante tribunas colmadas y la mirada protocolar de diplomáticos y ejecutivos, no solo se consagró un equipo: se confirmó el recorrido de una organización que redefinió la forma de entender el polo argentino.

Los años fundacionales de una organización distinta

Ellerstina nació a comienzos de la década de 1990 como una apuesta singular. Gonzalo Pieres, ya consagrado como uno de los grandes polistas del país, imaginó una estructura que uniera alto rendimiento deportivo, cría de caballos de élite y gestión profesional del calendario internacional. La sociedad con el empresario australiano Kerry Packer le dio la escala económica necesaria para que esa idea se convirtiera en organización.

En un contexto en el que el polo seguía siendo, en gran medida, un deporte de familias y estancias, Ellerstina introdujo otra lógica. No se trataba solo de reunir a cuatro jugadores talentosos para un torneo: el objetivo era construir un sistema. Canchas propias, un proyecto de genética equina, equipos en distintas ligas y una planificación que sincronizaba la temporada argentina con Estados Unidos, Inglaterra y otros mercados emergentes del polo.

Palermo fue el escenario en el que ese modelo se hizo visible. A partir de mediados de los noventa, Ellerstina empezó a disputar las finales del Abierto con frecuencia. La camiseta negra y blanca se convirtió en presencia habitual en los últimos domingos del año, y el apellido Pieres, asociado a un estilo de juego que combinaba precisión, intensidad y un dominio técnico poco común.

El salto a la era de los herederos

La segunda etapa de la historia de Ellerstina llegó con la irrupción de la generación de los hijos de Gonzalo Pieres. Facundo, Gonzalo (h.) y Nicolás crecieron entre caballos y finales de alto hándicap, y pasaron a integrar el equipo principal con una naturalidad que, vista a distancia, parecía inevitable. Lo que en otras disciplinas suele ser un recambio trabajoso, en Ellerstina se vivió como continuidad.

Durante casi dos décadas, la organización construyó alrededor de esa camada un proyecto deportivo que la mantuvo de manera constante en la élite. Las temporadas de Palermo registran una secuencia de finales y títulos en los que los Pieres fueron protagonistas centrales. A la vez, Ellerstina se consolidó como un nombre propio en el negocio global del polo: caballos criados en sus campos comenzaron a jugar en otros continentes, y los hermanos Pieres se transformaron en referencias también fuera de Argentina.

Esa etapa estuvo marcada por un rasgo distintivo: Ellerstina no solo ganaba partidos, también proyectaba una imagen. La prolijidad de sus equipos, la forma de presentar los caballos, la relación con los sponsors y la profesionalización de la gestión colocaron a la organización en una categoría particular dentro del circuito. En cierto modo, Ellerstina funcionó como laboratorio de un polo cada vez más globalizado.

Reacomodamientos, rivalidades y nuevas decisiones

Consolidada como potencia, la organización debió atravesar luego un ciclo de cambios. La aparición de otros proyectos fuertes, como La Dolfina primero y La Natividad después, redibujó el mapa competitivo. La rivalidad con los equipos de Adolfo Cambiaso dio lugar a una serie de finales que marcaron una época reciente del Abierto y que obligaron a Ellerstina a revisar esquemas, tácticas y combinaciones de jugadores.

En ese proceso, algunas decisiones significativas marcaron un punto de inflexión. Facundo Pieres dejó en un tramo la camiseta de Ellerstina para sumarse a La Natividad, con la que obtuvo títulos en Palermo. Ese movimiento, leído en clave empresarial, fue también una señal del grado de madurez del sistema: los jugadores más importantes podían cambiar de organización sin que se desdibujara su identidad ni la del equipo de origen.

Para Ellerstina, esos años sirvieron para reordenar prioridades. La organización mantuvo su estructura de cría y entrenamiento, sostuvo sus lazos con sponsors de alcance internacional y trabajó en alternativas que permitieran volver a competir por los principales trofeos con un proyecto renovado. La idea de una nueva etapa quedó abierta, a la espera de la combinación adecuada de nombres y contextos.

La alianza con Indios Chapaleufú y el regreso al centro de la escena

Esa combinación llegó en 2025, cuando se anunció la fusión deportiva con Indios Chapaleufú para disputar la Triple Corona. El acuerdo unió dos linajes emblemáticos: la estructura moderna de Ellerstina y la tradición pampeana de los Heguy. Facundo y Gonzalo Pieres, por un lado; Cruz y Antonio Heguy, por el otro. La formación Ellerstina Indios Chapaleufú nació así con una carga simbólica poco habitual.

En un deporte donde los apellidos son más que firmas en una planilla, el nuevo equipo concentró expectativas deportivas, pero también narrativas. La ortodoxia técnica de los Pieres se combinó con la energía de una nueva generación Heguy que buscaba reponer una marca histórica en la primera línea del polo. Para Ellerstina, el acuerdo significó abrir su estructura a socios que aportaban mística y carácter; para Chapaleufú, significó acceder a un modelo de organización que piensa el polo como un sistema integrado.

Los resultados iniciales avalaron la decisión. La campaña en Tortugas, con final incluida, mostró que el equipo había encontrado rápidamente una identidad. La participación en Hurlingham consolidó la idea de que la alianza no era un ensayo, sino un proyecto con continuidad. Y el paso por Palermo, coronado con la obtención de la Turkish Airlines Polo Cup y el acceso a las instancias decisivas del Abierto, confirmó el regreso de Ellerstina —ahora en versión asociada— al centro del escenario.

Un modelo que trasciende el tablero deportivo

La historia de Ellerstina excede los marcadores de cada partido. La organización construyó, a lo largo de tres décadas, un modo de operar que se apoya en tres pilares: gestión profesional, inversión sostenida en cría de caballos y presencia internacional. Esa combinación le permitió atravesar ciclos de cambio sin perder su lugar entre las grandes referencias del polo argentino.

La expansión de la marca más allá de las canchas es un componente central. Ellerstina es hoy sinónimo de caballos de alto rendimiento, de infraestructura específica y de vínculos consolidados con marcas globales. La alianza con Turkish Airlines, a través del patrocinio del Abierto en general y de la copa que lleva su nombre en particular, encaja en este entramado. La organización se convierte en socio natural de empresas que buscan asociarse al segmento más competitivo del polo y a la vez acceder a un público de alta capacidad de consumo.

Al mismo tiempo, la organización convive con la dimensión familiar del deporte. Detrás de los nombres y de las estructuras empresariales, la escena se completa con estancias, petiseros, veterinarios y criadores que han ido acompañando cada etapa. En esa trama, Ellerstina funciona como nodo: conecta el campo con Palermo, la genética local con los mercados externos, la tradición con la planificación.

La proyección de una dinastía en tiempos de globalización

El triunfo en la Turkish Airlines Polo Cup, compartido con los Heguy en la camiseta de Ellerstina Indios Chapaleufú, puede leerse como un capítulo más de una historia en movimiento. La organización creada por Gonzalo Pieres probó que es posible combinar continuidad familiar, lógica empresarial y vocación internacional en un deporte de origen aristocrático que hoy se negocia en dólares, contratos y acuerdos de patrocinio.

La alianza con una aerolínea que conecta 131 países y opera como actor global del deporte sugiere el tipo de escenario al que se dirige Ellerstina. Los mismos caballos que recorren las canchas de la pampa embarcan hacia otros continentes; los mismos jugadores que un día levantan un trofeo en Palermo se integran a equipos de ligas europeas o estadounidenses; los mismos apellidos que hace treinta años aparecían como novedad en los programas oficiales son ahora parte de una dinastía.

En ese tránsito, Ellerstina se consolidó como una referencia ineludible cuando se piensa el polo argentino como fenómeno económico y cultural. La Turkish Airlines Polo Cup fue, en 2025, el soporte visible de esa trayectoria: un trofeo nuevo que se apoyó en una historia larga, escrita con la combinación singular de estrategia, caballos y decisiones que convirtió a la organización en uno de los actores centrales del mejor polo del mundo.

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