La eventual venta de Warner Bros. a Netflix o Paramount va más allá de una transacción corporativa y se perfila como un parteaguas para la industria audiovisual global, ya que la magnitud de los activos involucrados coloca a la operación bajo la lupa de autoridades de competencia en distintos países, incluido México.
De acuerdo con Radamés Camargo, director de Análisis de la consultora The CIU, el foco de análisis no debe limitarse al cambio de propietario, sino al impacto sobre la estructura del mercado de video bajo demanda por suscripción (SVOD).
“Warner Bros. es un jugador estratégico por su peso en producción, propiedad intelectual y distribución, lo que amplifica los efectos de cualquier proceso de consolidación. Estamos frente a un mercado donde la escala importa de manera decisiva y donde la integración de contenidos premium puede inclinar aún más la cancha”, advirtió el especialista.
En el caso de México, aseguró que las alertas son mayores, toda vez que Netflix ya presenta elevados niveles de concentración, al tener cerca de 48 por ciento de las suscripciones, muy por encima de Disney+, su competidor más cercano, que tiene una penetración de 32 por ciento.
Además, afirmó que la compra por cualquiera de los dos interesados, podría elevar las barreras de entrada para nuevos competidores, afectando directamente a los usuarios finales.
En este sentido, aseguró que, de concretarse la compra por parte de Netflix, el riesgo sería una profundización de la dominancia, con efectos directos sobre la rivalidad efectiva y las condiciones de negociación en toda la cadena de valor audiovisual. La alternativa de Paramount no elimina esos riesgos, aunque podría redistribuirlos.
“Las autoridades no pueden quedarse en una lectura estática de participaciones de mercado; deben evaluar cómo cambia la disputabilidad, el acceso a insumos esenciales y la capacidad de competir en el largo plazo”, señaló Camargo.
Añadió que, desde la óptica regulatoria, el desafío no se limita a aprobar o bloquear la operación. El verdadero reto, dijo, será definir si son necesarios remedios proporcionales que preserven incentivos a la innovación, pluralidad de contenidos y opciones reales para las audiencias.
“La alarma antimonopolio no es retórica; es una señal de que el mercado audiovisual está entrando en una fase donde la concentración puede convertirse en un problema estructural”, concluyó el analista de The CIU.

